Empezó la Liga y el Barça lo hizo ganado 7-0 al Levante en un partido donde lo más destacado fue ver al equipo presionando como en los mejores tiempos de Guardiola, como cuando el hambre de títulos estaba por encima de todo
Ese síntoma, esta actitud, es algo que el Barça debe recuperar para volver a conseguir éxitos mayores. La única manera de ganar títulos como la Champions League es, además de siendo el mejor en calidad futbolística, corriendo más que el rival. El año pasado equipos como el Borussia Dortmund o el mismo Bayern Munich dieron una lección de como ganar a rivales que se presuponían superiores a ellos sobre el papel, pero a los que asfixiaron con una presión y una intensidad absolutamente fantástica.
En cualquier caso, la presión no debe ser cosa de un día, ni únicamente de los partidos importantes, la presión defensiva debe volver a convertirse en una filosofía de juego. Un equipo como el Barça, donde la mentalidad de casi todos sus jugadores es más ofensiva que defensiva, debe basar la estrategia de defensa en la recuperación rápida del balón cuando se pierde la posesión del mismo, evitando los tan peligrosos contraataques que tanto daño han hecho al equipo en las últimas temporadas. Lo decía el ex del Barça, David Villa, esta misma semana: “El Barça sufre sin el balón”, así que cuanta más posesión y antes se recupere el esférico menos se padecerá en el campo.
Con dos laterales con un perfil absolutamente ofensivo, jugando como interiores e incluso en ocasiones hasta como extremos cuando se tiene la posesión, no hay otra solución que presionar la salida del balón del equipo rival e intentar arrebatarle la pelota cuanto antes para evitar problemas.
Esto que parece tan simple, la temporada pasada no se vio en casi ningún partido. Las últimas declaraciones de Alves y Xavi han venido a confirmar lo que todos los socios y los aficionados ya sabían: El equipo se relajó más de la cuenta y dejó de hacer lo que tenía planeado. Poner como excusa que Tito no estaba en el banquillo ya que se encontraba en USA tratándose de su enfermedad es algo que, sin embargo, dice muy poco a favor de cualquier integrante de la plantilla. Eso es como decir que cuando el jefe no está en la oficina no se trabaja con las mismas ganas. Es humano y entendible, pero no deja de ser duro de escuchar para una afición que apoya incondicionalmente a los suyos en el campo.
Sin embargo, el pasado es pasado y no se puede rebobinar como en las películas de DVD, así que toca mirar al frente con la esperanza de que, una vez asumidos y reconocidos los errores cometidos, estos no se vuelvan a repetir.
Errores o, por lo menos, pocas soluciones a los partidos donde faltan las ideas es lo que se volvió a ver ayer en el Vicente Calderón. Con un equipo que utiliza mucho más los balones largos a los extremos, uno de los sellos que “Tata” Martino quiere imponer para desatascar los partidos, el equipo tampoco consiguió crear mucha sensación de peligro en la portería del Atlético de Madrid en el partido de ida de la Supercopa de España. El dato de la primera parte es tan desalentador como algunos de los partidos de la temporada pasada: Ningún disparo a puerta en los primeros 45 minutos. Esto hay que hacérselo mirar. Y que conste que el Barça trató de mover el balón más rápido de lo que lo hacía el año pasado y usó el recurso de los balones a los extremos para romper a la defensa del Atlético, pero desde luego en la primera parte no funcionó, así que habrá que seguir trabajando también ese aspecto. La segunda mitad tampoco fue brillante, pero el conjunto blaugrana consiguió crear más ocasiones y Neymar sorprendió en un centro al segunda palo metiendo la cabeza para lograr el gol que supuso el empate. Sin duda que gran mérito del resultado final lo tiene el Atlético de Madrid, que sí presionó y corrió como si fuera el último partido de sus vidas, algo que el Barça hizo contra el Levante y no llevó a cabo tan seriamente contra los rojiblancos.
Tampoco se puede olvidar tras los dos primeros partidos oficiales que al F.C. Barcelona le siguen faltando más jugadores de garantía en la defensa. Una zaga compuesta habitualmente por Alves, Piqué, Mascherano y Adriano, que fueron los titulares ante el Levante, tendría muchas dificultades de ganar algún título. La temporada es muy larga y sigue faltando, como mínimo, un central. Es algo tan evidente, que salta tanto a la vista de cualquiera que siga al club que, si no se ficha cuanto antes un defensa de nivel, dentro de unos meses llegarán los lamentos por no haberlo hecho. El gol encajado ayer contra los de Simeone recordó y mucho también a los concedidos en la pasada campaña: La defensa replegándose tarde y mal, y el rival llegando fácil a las inmediaciones de Valdés, donde suelen disparar a puerta sin oposición. Pero eso no es todo, porque durante el año habrá también que hacer frente a lesiones, rotaciones, exceso de partidos... Esperemos que el buen inicio de temporada todavía no haya cegado a quienes deben tomar la decisión, y se hayan olvidado ya de que el equipo flojea en la línea defensiva.
La temporada pasada todo iba bien hasta que, cuando se llegó al momento más importante, el Barça cayó eliminado de la Copa del Rey en semifinales ante el máximo rival y en la Champions fue barrido también en las semis por el Bayern. Menos mal que la Liga ya estaba sentenciada, porque el bajón físico y los errores en defensa empezaron a condenar al equipo sin ningún tipo de piedad.
Por eso mismo la euforia tiene que ser comedida, los pies deben seguir en el suelo y no se pueden olvidar las carencias del equipo. Y ya que estamos, hasta se podría poner remedio antes de que sea demasiado tarde.
Marcelo Méndez Mingot