Si Mourinho llora... es que vamos bien

Villarreal marcó un antes y un después en el discurso madridista. Hasta ese partido los resultados favorables, la cómoda ventaja en liga y la total sumisión del colectivo arbitral permitió al Madrid disfrutar de un periodo de relativa calma. Eran tiempos en los que se aplaudia a los aficionados rivales, no se hablaba de los árbitros y la caverna funcionaba a medio gas.

Los diez puntos de ventaja eran definitivos, la principal preocupación del madridismo era conseguir el pasillo en el Camp Nou y como de costumbre ya eran campeones de todo. La última pataleta blanca había quedado atrás, fue en la eliminación de la Copa del Rey ante el Barça. La agresión no sancionada de Pepe a Messi y el posterior ejercicio macarra de Mourinho en el párking del Camp Nou.

Pero llegó el domingo maldito y el madridismo vendió la piel del oso antes de "cazorla" (gentileza de Narradores de Luxe), el Málaga dejó helado al Bernabéu y se perdieron dos puntos que ya estaban ganados. Todo y el inesperado accidente, el equipo blanco continuaba con ocho puntos de ventaja y la sangre no llegó al río. La siguiente jornada marca el inicio del caos, en otro partido ya ganado con antelación, el "submarino amarillo" lanzó un torpedo a la línea de flotación del Madrid, de nuevo en los últimos instantes del partido una falta magistralmente lanzada por Senna hizo saltar todas las alarmas... el Barça se ponía a seis puntos y había que volver a ganar una liga que ya estaba ganada... demasiado.

El esperpento protagonizado por el Madrid es proporcional al nivel de canguelo que recorrió en ese momento a todo el madridismo. Un partido con claros errores arbitrales a favor del equipo blanco se convirtió en un robo premeditado, Mourinho y su secta activaron el plan de emergencias y la historia interminable volvió a comenzar. Con un discurso cobarde y repetitivo, cansino e hipócrita, Mourinho volvía a desafiar al más común de los sentidos. Con la vergonzosa ley del silencio y la impagable colaboración de un ejército de periodistas y comités indignos el Madrid volvia a recurrir a lo de siempre... Barça, árbitros y Villarato.

La última rueda de prensa de Mourinho es el mejor indicador de como están los ánimos. Cuando Mourinho llora... es que el Barça asusta. Con sólo seis puntos de ventaja, un calendario de miedo -visita al Camp Nou incluida- y una posible final de Champions ante el Barça en el horizonte, el entrenador portugués es consciente de que se enfrenta a una auténtica ruleta rusa. Perder la liga ha pasado de imposible a posible y una hipotética final europea -con permiso de Bayern y Chelsea- sería con arbitraje UEFA, muy alejado de la permisividad y coleguismo a la que el equipo blanco está acostumbrado. Delante, tendrá a un equipo sin nada que perder, es campeonísimo de todo, y sí mucho a ganar.  

Lo dicho, si Mourinho llora... vamos bien.