Barça, la pasión libanesa (2ª parte)

Encontramos a Ali por primera vez en Beirut, pero él vive y trabaja en Nabatiye ciudad al confín con Israel. Allí el miedo a que pueda haber otra guerra es más grande. Entre estas dos ciudades hay menos de cien kilómetros. Más o menos una hora en coche. Si te paran en los check points, las horas pueden ser dos. O más. Antes de llegar se pasa por Saida, la antigua ciudad fenicia llamada Sidon. Aquí los conductores de coches, que antes no se preocupaban ni de mantenerse en su carril, levantan el pie del acelerador y se ponen en fila india ocupando sólo uno de los tres espacios de la carretera dibujados por débiles marcas de pintura blanca.

Ochenta kilómetros de frontera
A partir de aquí empieza el sur. Antes de entrar, jóvenes militares sin barba pero con una ametralladora bien grande en las manos, controlan las personas como si buscaran una cara conocida. Mirando hacia el horizonte se distingue un antiguo castillo romano y un poco más lejos, una montaña de basura que en altura y volumen dobla el alcázar. Marie tenía razón: “Si vas con ellos no tendrás problemas”... leer más | MD



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