Sospechoso habitual. La prepotencia en estado puro
2010-11-17
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Escrito por IÑIGO | El Banquillo Visitante
Estoy cansado. Tras leer aquí y allá, incluso en esta página, artículos de opinión vitoreando todo lo que hace el entrenador del Madrid, y ver en la televisión, llena de cazurros pro-madridistas, cómo se alaba la actitud (no aptitud) de éste
, voy a soltar una perorata contra el mourinhismo, que va más allá de la faceta de entrenador que tiene el portugués. Existe un aura de exculpación o justificación hacia todo lo que hace Mourinho que me hace vomitar.
El Madrid, su afición, incluso su directiva, sabe perfectamente cuál es la verdadera y auténtica personalidad del portugués. Ahora bien, mediante las directrices del ser superior, la prensa, mayoritariamente madridista (además de periódicos, sobre todo La Sexta, Cuatro, Intereconomía, Marca TV, Antena 3... vamos, casi todas las cadenas) debe buscar la forma de camuflar la falta de ética del portugués y hacer que esa chulería y bordería gane adeptos (sobre todo entre los borregos) transformándose en simpatía hacia alguien que "dice lo que piensa". Ole. Valorar eso como algo positivo, en el caso del entrenador portugués, se asemeja más a una falacia que a otra cosa.
Ojo, no entro a valorar las capacidades tácticas de Mourinho, sino el rechazo que me produce leer y ver a mucho madridista justificando todo lo que dice compartiendo con ellos una prepotencia y soberbia que, claro está, cómo no va a generar confrontación y desprecio en el resto del mundo futbolístico (que también existe, señores de la prensa centralista). Para el resto del planeta, el portugués es un soplagaitas. Y encima esta situación envalentona a muchos y legitima a tantos para menospreciar al resto de equipos.
Para mear y no echar gota. Ya lo decía el subnormal de Glenn Beck, uno de los paladines del Tea Party, tan en boga hoy en día: "Odio el fútbol, probablemente porque el resto del planeta lo ama". Para mí, Mourinho genera algo parecido: menosprecia al resto de equipos, lo cuál gana antipatías, excepto entre los fanáticos madridistas, henchidos de soberbia cuando ganan y cuando no ganan. Allá donde va, el hombre triunfa para algunos y el madridismo se resiente de aquél señorío tan pregonado por sus simpatizantes. Como casi siempre que abre la boca, se genera la confrontación. Sus comentarios, provocados o no, planeados o no, no dejan indiferente a nadie.
La lista de polémicas, especialmente en sus comparecencias públicas, es interminable e incluye rajadas para todos los gustos. Palos a los jugadores, a los rivales y hasta al cuidador del Bernabéu. Justificaciones injustificables de cómo su equipo, más que jugar partidos, los perpetra. Sospechas sobre si los rivales del Barça regalan o no los tres puntos. Y así un largo etcétera de ruedas de prensa avinagradas. Además, se atreve incluso con los periodistas, atreviéndose a decirles que no saben hacer su trabajo cuando le preguntan por el problema con Pedro León. Para más inri, estos mismos periodistas le ríen las gracias y sus gestos chulescos y maleducados.
Discúlpenme que me voy a vomitar otra vez. Lo verdaderamente despreciable es su empeño en utilizar la vía de la mala educación, el desplante y la bravuconería como método para hacer llegar su mensaje, como ya he dicho, perfectamente planeado y estratégico. Si a esta actitud se le une su fama mediática, su egocentrismo y un sueldo con bastantes ceros a la derecha, surge la ecuación subyacente: Mourinho es el paradigma ideal de galáctico madridista. En los últimos años al Real Madrid le ha acompañado una estela de altanería pegajosa que, si bien ya existía en tiempos pasados, se ha incrementado exponencialmente con sus últimos y faraónicos proyectos.
Eso no es el Real Madrid. Al menos el que conocieron nuestros abuelos. Mourinho es su antítesis: hasta ganando da palos. De las derrotas ni hablamos. Mourinho es de todo, menos un ejemplo del tradicional señorío madridista. Por tanto, si la tendencia del luso continúa, el Bernabéu se enfrenta a una peligrosa espiral: acelerar su ya prolongado proceso de pérdida de 'señorío'. Demasiado lujo, peor todavía que la sequía de títulos, porque ésta no te hace ganar enemigos, pero aquella los recluta en masa. Mal panorama para un equipo que cada vez cae peor.
Mourinho tiene nueva parte de culpa. Que a nadie le duelan prendas si los pitos y los abucheos se igualan con los halagos y piropos en cualquier aeropuerto a la llegada del mejor club del siglo XX. Es la consecuencia de un entrenador acelerador de antipatías blancas. El problema es que la impresión que generó el primer Madrid de Florentino modeló a los chavales de la cantera, a los cuales se les pega la chulería, tontería y vulgaridad de los Guti, Ramos, Beckham o CR7, con lo que entramos en un círculo cerrado del que será difícil salir.
En ese círculo entra toda la afición llena de forofocerriloides (Damsam dixit), entre los que entran claramente los juntaletras que escriben en la prensa deportiva y los juntapalabras que expulsan verborrea en programas varios semejantes a un circo al cuál me da pena que entre tanta gente. Con Mourinho, los chavales de la cantera tienen un (horroroso) espejo en el que fijarse. Ya lo dijo Butragueño, que no habían fichado al portugués para ganar amigos.
En efecto, no ganáis amigos, sino que generáis enemigos, y ese antimadridismo cada vez más latente no solo en España, sino también en Europa, si no me equivoco, algún día pasará factura. De momento, dos años en blanco y se atreven a seguir exportando prepotencia. Atónito se queda uno ante tal demostración de soberbia cínica. Perdónenme de nuevo, pero me voy al baño por tercera vez.
Escrito por IÑIGO | El Banquillo Visitante
Estoy cansado. Tras leer aquí y allá, incluso en esta página, artículos de opinión vitoreando todo lo que hace el entrenador del Madrid, y ver en la televisión, llena de cazurros pro-madridistas, cómo se alaba la actitud (no aptitud) de éste
, voy a soltar una perorata contra el mourinhismo, que va más allá de la faceta de entrenador que tiene el portugués. Existe un aura de exculpación o justificación hacia todo lo que hace Mourinho que me hace vomitar.
El Madrid, su afición, incluso su directiva, sabe perfectamente cuál es la verdadera y auténtica personalidad del portugués. Ahora bien, mediante las directrices del ser superior, la prensa, mayoritariamente madridista (además de periódicos, sobre todo La Sexta, Cuatro, Intereconomía, Marca TV, Antena 3... vamos, casi todas las cadenas) debe buscar la forma de camuflar la falta de ética del portugués y hacer que esa chulería y bordería gane adeptos (sobre todo entre los borregos) transformándose en simpatía hacia alguien que "dice lo que piensa". Ole. Valorar eso como algo positivo, en el caso del entrenador portugués, se asemeja más a una falacia que a otra cosa.
Ojo, no entro a valorar las capacidades tácticas de Mourinho, sino el rechazo que me produce leer y ver a mucho madridista justificando todo lo que dice compartiendo con ellos una prepotencia y soberbia que, claro está, cómo no va a generar confrontación y desprecio en el resto del mundo futbolístico (que también existe, señores de la prensa centralista). Para el resto del planeta, el portugués es un soplagaitas. Y encima esta situación envalentona a muchos y legitima a tantos para menospreciar al resto de equipos.
Para mear y no echar gota. Ya lo decía el subnormal de Glenn Beck, uno de los paladines del Tea Party, tan en boga hoy en día: "Odio el fútbol, probablemente porque el resto del planeta lo ama". Para mí, Mourinho genera algo parecido: menosprecia al resto de equipos, lo cuál gana antipatías, excepto entre los fanáticos madridistas, henchidos de soberbia cuando ganan y cuando no ganan. Allá donde va, el hombre triunfa para algunos y el madridismo se resiente de aquél señorío tan pregonado por sus simpatizantes. Como casi siempre que abre la boca, se genera la confrontación. Sus comentarios, provocados o no, planeados o no, no dejan indiferente a nadie.
La lista de polémicas, especialmente en sus comparecencias públicas, es interminable e incluye rajadas para todos los gustos. Palos a los jugadores, a los rivales y hasta al cuidador del Bernabéu. Justificaciones injustificables de cómo su equipo, más que jugar partidos, los perpetra. Sospechas sobre si los rivales del Barça regalan o no los tres puntos. Y así un largo etcétera de ruedas de prensa avinagradas. Además, se atreve incluso con los periodistas, atreviéndose a decirles que no saben hacer su trabajo cuando le preguntan por el problema con Pedro León. Para más inri, estos mismos periodistas le ríen las gracias y sus gestos chulescos y maleducados.
Discúlpenme que me voy a vomitar otra vez. Lo verdaderamente despreciable es su empeño en utilizar la vía de la mala educación, el desplante y la bravuconería como método para hacer llegar su mensaje, como ya he dicho, perfectamente planeado y estratégico. Si a esta actitud se le une su fama mediática, su egocentrismo y un sueldo con bastantes ceros a la derecha, surge la ecuación subyacente: Mourinho es el paradigma ideal de galáctico madridista. En los últimos años al Real Madrid le ha acompañado una estela de altanería pegajosa que, si bien ya existía en tiempos pasados, se ha incrementado exponencialmente con sus últimos y faraónicos proyectos.
Eso no es el Real Madrid. Al menos el que conocieron nuestros abuelos. Mourinho es su antítesis: hasta ganando da palos. De las derrotas ni hablamos. Mourinho es de todo, menos un ejemplo del tradicional señorío madridista. Por tanto, si la tendencia del luso continúa, el Bernabéu se enfrenta a una peligrosa espiral: acelerar su ya prolongado proceso de pérdida de 'señorío'. Demasiado lujo, peor todavía que la sequía de títulos, porque ésta no te hace ganar enemigos, pero aquella los recluta en masa. Mal panorama para un equipo que cada vez cae peor.
Mourinho tiene nueva parte de culpa. Que a nadie le duelan prendas si los pitos y los abucheos se igualan con los halagos y piropos en cualquier aeropuerto a la llegada del mejor club del siglo XX. Es la consecuencia de un entrenador acelerador de antipatías blancas. El problema es que la impresión que generó el primer Madrid de Florentino modeló a los chavales de la cantera, a los cuales se les pega la chulería, tontería y vulgaridad de los Guti, Ramos, Beckham o CR7, con lo que entramos en un círculo cerrado del que será difícil salir.
En ese círculo entra toda la afición llena de forofocerriloides (Damsam dixit), entre los que entran claramente los juntaletras que escriben en la prensa deportiva y los juntapalabras que expulsan verborrea en programas varios semejantes a un circo al cuál me da pena que entre tanta gente. Con Mourinho, los chavales de la cantera tienen un (horroroso) espejo en el que fijarse. Ya lo dijo Butragueño, que no habían fichado al portugués para ganar amigos.
En efecto, no ganáis amigos, sino que generáis enemigos, y ese antimadridismo cada vez más latente no solo en España, sino también en Europa, si no me equivoco, algún día pasará factura. De momento, dos años en blanco y se atreven a seguir exportando prepotencia. Atónito se queda uno ante tal demostración de soberbia cínica. Perdónenme de nuevo, pero me voy al baño por tercera vez.
Escrito por IÑIGO | El Banquillo Visitante