El Barça tiene por delante justamente 60 días para mejorar en su juego, su confianza y su seguridad defensiva. Entonces, allá por mediados de febrero, los azulgranas tienen la que será la primera “final” de la temporada: El partido de ida de los octavos de final de la Champions League contra en Manchester City en el Etihad Stadium
El equipo que dirige Manuel Pellegrini está, hoy por hoy, un escalón por encima del F.C.Barcelona, y de hecho los “Citizens” volvieron a demostrar su gran estado de forma venciendo el pasado fin de semana al líder de la Premier, el Arsenal, por 6-3. Además, el Manchester City venía de ganar a domicilio y con el equipo suplente al Bayern de Guardiola, demostrando que este año no quieren que la Champions vuelva a convertirse en su gran fracaso como pasaba, temporada tras temporada, cuando Mancini entrenaba al equipo inglés.
A los grandes jugadores con los que ya contaban los británicos, como Yaya Toure, David Silva, Sergio Agüero o Vincent Kompany, esta temporada se han sumado caras nuevas que han conseguido aportar frescura, carácter y velocidad al equipo, como son las de Jesús Navas, Fernandinho o Álvaro Negredo. Es cierto que empezaron dubitativos, pero es un equipo en clara línea ascendente que, además, era sin ninguna duda el menos apetecible para los primeros clasificados de la fase de grupos en el cruce de la Champions.
Pero que nadie se lleve a engaño, el peor rival del Barça esta temporada no es el City, ni tan siquiera el Madrid o el Bayern. El enemigo más grande de los blaugranas, hoy por hoy, son ellos mismos, que siguen sin dar con la tecla que les haga jugar a un mejor nivel, con mayor velocidad, pases más rápidos, una presión más intensa y, sobre todo, una actitud, concentración y estrategia defensiva más eficiente. El Barça es un equipo demasiado vulnerable en defensa, que además se sigue estancando de vez en cuando en ataque y que está pasando por algunos contratiempos más o menos aleatorios que tampoco ayudan, como están siendo las lesiones o el bajo estado de forma de algunos de sus buques insignia.
En Liga el equipo sigue líder, empatado a puntos con el Atlético de Madrid. Los rojiblancos cada jornada que pasa se convierten aún más candidatos al título liguero, y es que los de Simeone podrán tener mejores o partidos pero saben perfectamente a lo que juegan. Eso mismo es precisamente lo que le falta al Barça: Tener un patrón de juego y basarse en ello, se gane o se pierda, pero a la vez demostrando que se confía en una manera de jugar y un estilo concreto como sucedía en los pasados años. Lo que no se puede hacer es tratar de jugar un partido a controlar el balón y, cuando el equipo empieza a calibrar, empezar a utilizar pases largos como si hubiera la necesidad de cambiar el juego de manera repentina.
El Barça necesita utilizar más de un recurso en su juego, está todo el mundo de acuerdo, pero también es imprescindible saber cuándo, cómo y porqué utilizar esos recursos. No se trata de cambiar por cambiar, sino de cambiar para mejorar, por lo que el cambio debe tener sentido y estar bien ejecutado. Es cierto que en la Liga el equipo ha ido cosechando buenos resultados, y no es menos verdad que el equipo volvió a tener un rendimiento más que aceptable el pasado fin de semana ante un equipo peligroso como el Villareal, pero la tónica general ha venido siendo que los resultados y las victorias casi siempre han sido por la mínima, y una vez que vaya avanzando la temporada y el cansancio va haciendo mella se va a convertir en un problema, ya que cualquier pequeño error costará puntos en la carrera por el título.
La vuelta inminente de Messi y también la recuperación de Valdés incitan de nuevo a la esperanza. El equipo perdió dos partidos consecutivos al poco tiempo de caer ambos lesionados. Es vital que Leo vuelva a su mejor nivel, porque cuando Messi está bien toda la plantilla se siente más segura y afronta los partidos con mucha más seguridad en si mismos.
En las próximas 10 semanas, que es el tiempo que queda para que vuelva la competición europea, la recuperación de Messi tiene que haberse consumado al 100% en todos los sentidos para que el equipo recupere la sensación de que aspira a todo los títulos en juego.
A no ser que pase nada extraño en la Liga de aquí al mes de febrero, los octavos de final de la Champions League, que se jugarán a partido doble contra el Manchester City, van a ser un punto crucial en la presente campaña. Si el Barça llega bien en el campeonato liguero y consigue además superar la eliminatoria europea, las cosas se podrían empezar a ver de una manera diferente tanto dentro como fuera del vestuario, donde ahora mismo las impresiones parecen coincidir en indicar que el equipo no está al nivel que debería.
Si, por el contrario, el Barça llega al 18 de febrero sin mantenerse en la cabeza de la liga española y cae eliminado ante los ingleses en la primera ronda eliminatoria de la Champions, la temporada tomará una deriva negativa que podría acabar con un año sin títulos y con grandes dudas e incertidumbre en el club.
Está en las manos de los jugadores, los entrenadores y el resto del cuerpo técnico. El inicio de temporada, pese a la excepción de los buenos resultados en Liga, no ha sido tan esperanzador como se esperaba, sobre todo por el pobre juego del equipo en muchos de los partidos y por la debilidad defensiva. Es ahora o nunca. O el Barça empieza a mejorar de cara a lo que le queda por delante, o podríamos estar hablando de un año para olvidar. El parón navideño debe servir para que todos los implicados en este proyecto reflexionen seriamente sobre las cosas que se pueden mejorar y empiecen el 2014 con próposito de enmienda y con las fuerzas necesarias para poner al Barça donde se merece.
Marcelo Méndez Mingot