La temporada, que no el proyecto, ojo, podría ser catalogada de fracaso. No es una cuestión de titulitis, eso por suerte me la trae al pairo gracias a estos últimos años de empacho. Lo es porque no hemos sabido competir en los momentos clave de la temporada. Si una cosa tenía o tiene este Barça, es su capacidad para controlar los partidos y sus biorritmos. En estos tres últimos encuentros ante Madrid y Chelsea en los que liga y Champions estaban en juego, no hemos manejado correctamente ninguna de las dos cosas.
El fracaso se acentúa cuando además no sabes aprovechar tus ventajas. Hemos podido decidir nuestro futuro en casa y ante nuestra gente. Ayer, para más inri, contra 10 y con un penalty a favor. Competir es algo innato a cualquiera que se presenta a una competición. Competir bien, es lo que hacen los campeones y este año no hemos estado a la altura en los momentos decisivos.
No es una cuestión futbolística. Se equivocaría el Barça autoinmolándose. El concepto es cristalino y se ha demostrado eficaz. El equipo siempre, repito, siempre, ha sido superior a sus rivales, tanto en juego, como en posesión, como en oportunidades. Sí, la eficacía de cara a puerta es un capítulo a mejorar, pero ese aspecto va asociado a factores más relacionados con la suerte que con el fútbol. El problema del Barça ha sido de competitividad y eso pasa por saber regular las emociones en momentos puntuales. Esa es mi queja o mi reproche. No pongo en duda la entrega, el coraje o la fidelidad a unos colores, eso nunca. Pongo en duda no saber pausar un partido cuando se requiere, algo en lo que este equipo, hasta ahora, nunca había fallado.
Pasó en Londres, cuando nos marcaron un gol al filo del descanso. Alguien le pasa un balón a Messi cuando éste aún se recupera de un susto tras estiramiento excesivo del abductor. Robo y gol a la contra. Pasó en el clásico. Después de mucho remar, conseguimos empatar un partido cuesta arriba. Con 30’ por delante para rematar la faena, encajamos en la jugada siguiente al gol por culpa de otro robo absurdo seguido de una contra que pilla a toda nuestra defensa en bragas. Ayer idem, nos ponemos 2-0, el rival con 10 y regalamos un gol en el 45’. Andamos escasos de pausa y sin pausa, en fútbol, estás muerto. ¿Que ha pasado con los rondos interminables?¿Donde está aquel Barça capaz de controlar los tiempos del partido? Creo que los rivales han tenido siempre el encuentro en el punto que querían y no viceversa. Quizá sea cosa mia.
No limitemos el asunto a un tema de pegada. Ayer se marcaron dos goles, que pudieron ser cuatro o cinco de no ser por los Palos, la mala suerte y un Cech inconmensurable. Se generan ocasiones. Hemos fallado en la interpretación del momento, en cerrar la portería a cal y canto cuando el partido se nos ha puesto de cara. Hemos fallado en el regalo absurdo de nuestro bien más preciado, el sosiego.
No creo en absoluto que estemos ante un cambio de ciclo ni nada parecido. La juventud en jugadores clave de este equipo, invita a ser optimista. Quizá sí estemos ante un paréntesis, tal vez necesario, en el que el Barça con Guardiola a la cabeza, deban reflexionar y valorar en que punto nos desviamos de la perpendicular. Hay mimbres de sobra para levantarse y proseguir con un proyecto envidiable.
Tengo fe absoluta en este equipo. Está claro que hacen falta algunos retoques en una plantilla algo justa. Un central y un lateral zurdo de categoría y tal vez la llegada de un delantero diferente a lo que tenemos, con altura y juego aéreo. Por lo demás, todo pasa por la perseverancia, la creencia a pies juntillas en nuestro estilo de juego y corregir las cosas en las que se ha fallado. Las pocas urgencias en lo que a títulos ser refiere y el crédito logrado a base de exhibiciones sobre el verde, deben ayudar a levantarse de esté duro revés. No olvidemos que después de los aspersores en el Camp Nou, vivimos una temporada inolvidable en la que se conquistaron Liga y Champions.
Publicado por EBV - @Banquilleros