En el nombre de Pep: un ciclo sin fin

Parece que haya pasado una eternidad, pero sólo han sido tres días. Tres días agridulces, extraños e inesperados desde que el mejor entrenador de la historia de nuestro club -y probablemente del fútbol- decidiese abandonar las paredes de su casa para ir a dar un paseo, respirar aire fresco y dejar atrás las presiones de una vida repleta de desgaste y exigencias; aunque también de ilusión, alegría y emociones desbordadas.

Pocos barcelonistas imaginaron jamás que tal cosa podría ocurrir, pero debemos aceptar la realidad y entender que el hasta ahora -y por siempre- capitán de nuestro barco no se ha tirado por la borda, sino que simplemente se ha embarcado en un pequeño bote para remar hasta la orilla y recobrar fuerzas en tierra firme, lejos del mareo producido por el oleaje.

Sin embargo, la revelación de su futura marcha ha dejado un vacío que los integrantes de la Central Lechera y la caverna madridista se han encargado de llenar con el eco de un fin de ciclo anunciado años atrás, y con el convencimiento de que el FC Barcelona cederá su trono al Real Madrid ahora que no tiene el amparo de Pep Guardiola. Pues bien, no se lo crean. Hasta hace apenas una semana, los habitantes de la caverna se llenaban la boca hablando del fin de ciclo barcelonista, la nueva era madridista y la futura décima en el Allianz Arena. Pero aunque se haya demostrado en siete días que el futuro es impredecible, hay cosas que nunca cambian; la charlatanería de los cavernícolas de la Central Lechera es una de ellas, y los ha vuelto a dejar en rídículo por enésima vez.

Ganarán la Liga, eso sí, después de tres temporadas de estela azulgrana; una estela de trece títulos, millones de lágrimas derramadas y el reconocimiento internacional hacia el mejor equipo nunca visto. Algo que -dicho en código Mourinho- "algunas personas" de "otros equipos" pretenden olvidar en dos semanas, con el convencimiento de que ganando la Liga ya se habrá hecho una mejor temporada que la del Barça. Puede que la Liga tenga una mayor trascendencia que otros títulos, pero de la misma manera que tres chupitos -cuatro si se gana la Copa del Rey- achispan más que un cubata -matemáticamente aún por conseguir-, no se puede decir que la mejor temporada de la era Mourinho en el Real Madrid haya superado la peor de Guardiola.

Ahora, más que nunca, es necesario ahuyentar a los fantasmas que intenten asustarnos y caminar con paso firme hacia la nueva senda que se abre ante nuestros pies. Los que piensan que este ciclo ha acabado, o que sin haberlo hecho puede llegar a hacerlo algún día, es que no han captado el mensaje que Pep Guardiola ha inculcado durante sus cinco años -y no cuatro- como entrenador en el club donde los colores cobran vida; que la naturaleza de este equipo no reside en personas concretas, sean jugadores o entrenadores. Puede que se vaya gente, venga otra y ganemos menos títulos, pero la esencia de unos valores y un estilo de juego único, al igual que la leyenda del Ave Fénix, resurgirá de sus cenizas una y otra vez.

Pep Guardiola, junto con sus ayudantes y jugadores, ha encendido la llama de un ciclo que pasará de entrenador a entrenador, de jugador a jugador y, sobre todo, de padre culé a hijo culé. Y esa llama, la que alumbra nuestras ilusiones, no tiene por qué apagarse nunca si la cuidamos como se merece. Tito Vilanova lo hará, así que aprétense los cinturones, porque nos lo seguiremos pasando bien. El show debe continuar.


Publicado por Carlos Domínguez