El dibujo táctico del Barça está siempre en continua evolución. Es un ser vivo que inspira experiencia y expira solvencia. Guardiola, en sus primeros pasos como técnico del primer equipo, dio continuidad a un esquema que Rijkard perfeccionó al extremo. No fue el sistema lo que consumió al gran Barça de Ronaldinho, Deco y Eto’o. El 4-3-3 basa su eficacia en la presión ofensiva de los puntas y su capacidad para recuperar posiciones en defensa. El efecto acordeón resulta fundamental para que las líneas del equipo se mantengan unidas. En los últimos tiempos, los egos, el físico o la desidia, terminaron por dinamitar una época inolvidable.
El mérito de Pep fue devolver el lustre a un esquema que nunca dejó de ser bueno. La apuesta fue de órdago. Ronnie y Deco abandonaron el barco, para otorgar el timón del equipo a Messi. Eto’o entendió que el capitán era uno cuando Pep a punto estuvo de traspasarle. Además, llegaron hombres como Pedro o Busquets a los que más tarde se sumarían Villa, Alves, Henry o Keita, futbolistas con hambre de títulos, dispuestos a ofrecer sus mejores años al F.C.Barcelona. Volvió la presión, la agresividad, el ansia por la posesión del balón. El pequeño gran argentino y su actitud fueron claves. Cuando uno ve al mejor jugador del mundo apretar arriba como un loco por recuperar un balón, tiene dos opciones, o predica con el ejemplo o queda en evidencia.
Obviamente no todo se traduce en presión. La posesión, la clara y definitiva apuesta por el control del esférico y los tiempos del partido, permitieron que esa defensa press tuviera sentido. Xavi, Messi, Iniesta, Busquets, Alves y ahora Thiago o Cesc, redundaron en convertir al Barça en lo que es hoy, una máquina aglutinadora de juego.
Esta temporada Pep le ha dado dos vueltas de tuerca al dibujo. Comenzó la temporada aplicando en no pocas ocasiones un diáfano 3-4-3. Tres centrales rápidos con capacidad para las coberturas. El ideal, Alves por la derecha, Piqué por el centro para dar salida al esférico y Puyol, Mascherano o Abidal por banda izquierda. Por delante de ellos Busquets, un pivote clarividente que juega a uno o dos toques y que posicionalmente es un extraterrestre. Además, en caso de que el rival presione muy arriba, Sergio puede bajar a incrustarse entre los centrales, para componer una línea defensiva clásica de 4 hombres.
Por delante dos volantes, Xavi e Iniesta preferiblemente. El primero para dirigir, el segundo para recibir en el pasillo interior, pero siempre partiendo del ecuador. Arriba dos extremos bien abiertos y Messi, ejerciendo de falso 9. Un killer que nunca pisa área, dejando a los centrales sin referencia. El 10 tiene libertad total. Lo más habitual es que su juego se desarrolle por el centro, cerca de Andrés. A partir del desequilibrio, asistencias a los hombres de banda o paredes y juego individual para finalizar. Eso era el Barça… hasta hace unos días.
Ante el Getafe hemos sido testigos de la segunda vuelta de tuerca. El dibujo ya no es un 3-4-3 sino un 3-2-2-3. En la retaguardia nada varía, seguimos con tres centrales rápidos al corte y sobretodo muy instintivos en la anticipación. La última línea se sitúa casi en la medular, empujando al nueve referencia contra su propia área, convirtiéndole en un islote desasistido.
Por delante el pivote, Busquets y un organizador, Xavi. Un paso más. Messi y Cesc o Iniesta se situan en la frontal del área a la misma altura. Son los receptores de esos balones verticales y al primer toque. Finalmente una línea de tres muy avanzada, compuesta por dos extremos abiertos y un 9 referencia que fija a los centrales al tiempo que ofrece una opción de remate a los centros laterales.
Lo que busca Pep con este sistema es evidente. Antes, las bandas eran usadas única y exclusivamente para abrir espacios de cara a que Messi y cia. tuvieran más capacidad de maniobra. Normalmente los extremos tras recibir, ni encaran ni centran, devuelven el balón al centro para que siga circulando. Lo que se pretende es que el rival en su balance defensivo, deje huecos en los pasillos.
La solución adoptada por muchos rivales ha sido regalar las bandas a cambio de proteger el corredor vital. Lo hizo el Milan en los cuartos de la Champions y lo hemos visto también en nuestros últimos rivales de la liga. La respuesta de Pep ha sido fulminante. Añadiendo una referencia que pueda rematar un centro, obligas al rival a proteger el costado. Además, con un finalizador tan resolutivo como Alexis, el central no puede ayudar a tapar las llegadas de segunda línea. Más picante. Lejos de renunciar a un atacante con la incursión de ese “rematador”, Pep prefiere adelantar la posición de un centrocampista. En una palabra, Pep incrementa los puntos de fuga.
Quizá sea la necesidad de sumar o las bajas en defensa lo que han obligado al de Santpedor a optar por este esquema tan revolucionario. Sea como fuere, su atrevimiento lo agradeceremos los de siempre.
Publicado por EBV - @Banquilleros
