Diego Torres destapa hoy en su artículo de El País, una hipotética reunión de la plantilla del Real Madrid a espaldas de Jose Mourinho. Debe ser verdad cuando los altavoces del club de Concha Espina guardan un silencio sepulcral al respecto. Entiendo que con el paso de las horas Relaño, Caridad y compañía saldrán al paso con editoriales institucionales. A esta hora, como les digo, son dos tumbas.
El empate en Villareal habría sido el detonante del aquelarre. Mourinho, fuera de sí tras ver volar dos puntos que tenían ganados, solicitó a sus futbolistas que ante los medios esgrimieran el atraco arbitral como recurso expiatorio, a lo cual los pesos pesados de la plantilla se negaron con un “¡Otra vez con la misma historia! ¡Lo que tenemos que hacer es jugar mejor al fútbol!”. Mou, al comprender que el discurso de puertas de vestuario para fuera podría ser díscolamente inoportuno, optó directamente por imponer una ley del silencio atípica a la vez que inteligente, habida cuenta de la situación.
En la reunión posterior de los futbolistas, se habló de los errores en los últimos partidos y las posibles soluciones al respecto, que pasan básicamentente por pulir algunos detalles técnicos en según que posiciones. No obstante, el problema es mucho más profundo. La mala hierba deja de crecer cuando la arrancas de raiz y no aliviando el espesor eliminando algunas hojas superficiales.
Los favoritismos de Mou entre los pupilos de Méndes y el resto, la mala relación con algunos internacionales a raíz del acercamiento a jugadores del Barça tras la crisis de la temporada pasada y la mala imagen que ofrece el Madrid allá donde pisa, serían los motivos principales del desencuentro de técnicos y futbolistas. En cuanto a la reunión, no debería preocuparse en exceso el madridismo. Cualquier asamblea de trabajadores, destinada a mejorar la eficiencia y resultados de la empresa para la que trabajan, debería ser bien recibida.
Aquí el problema real es uno y se llama Mourinho. El técnico está fuera de sí y lo peor es que en su enajenación evidente, está atrrastrando consigo a una institución secuestrada por el inmovilismo cobarde de sus directivos y el chocheo impresentable de Florentino. El portugués, con sus decisiones tácticas erráticas y el discurso cansino del agravio permanente, ha conducido a los blancos a un camino antinatural que amenaza con hacer descarrilar un expreso ahora mismo sin patrón.
Miren ustedes, al final en esto del fútbol mandan los que se ganan los cuartos sobre el césped. Ellos y solo ellos son capaces de encumbrar a un técnico al altar de los más grandes o derribar becerros de oro en un suspiro. Manzano es un ejemplo reciente de lo que les digo. De la capacidad de los cracks blancos para entenderse, dependen los resultados deportivos esta temporada. Que nadie lo dude.
PD: Mou debería comprobar después de los partidos que Diego Torres no se encuentre agazapado en las duchas. Lo sabe todo, menuda fiera... (Modo irónico off).
Publicado por EBV - @Banquilleros