AC Milan 0 - 0 F.C.Barcelona. Fidelidad, autobús, el sueco y un césped indigno
Empate a cero en San Siro. Milan y Barça deberán ganarse el pase a semifinales en el Camp Nou. El resultado deja más contento al Milan, que sabe de la importancia de no encajar gol como local en este tipo de eliminatorias, que al Barça. Tampoco los culés deben estar excesivamente preocupados. Podrá certificar el pase al albor de su público y en un césped digno de esta competición. Al fin y al cabo lo único que debe hacer es ganar y eso, este año, en su feudo, se ha convertido en rutina.
El encuentro de ayer debe ser dividido entre lo que fue fútbol y lo que no lo fue. Comencemos por el primer aspecto que siempre es más generoso y agradable al tacto. Guardiola no arriesgó en defensa, alineando a sus cuatro mejores exponentes disponibles. Alves por la derecha, Piqué con Mascherano conformando la dupla de centrales y en el lateral zurdo Puyol. En la zona media sorprendió Pep dando entrada a Keita en lugar de Cesc Fábregas. Junto al Malí formaron Busquets en su habitual posición de mediocentro y Xavi como director de la orquesta azulgrana. Por delante una línea de tres formada por Messi como falso delantero centro, Alexis por banda derecha e Iniesta como falso extremo pero con libertad de movimientos.
Allegri por su parte apostó por: Abbiati, Bonera, Mexes, Nesta, Antonini, Seedorf. Ambrosini, Nocerino, Robinho, Boateng e Ibrahimovic.
El primer aspecto que destacaría del encuentro es que el Barça fue fiel a sí mismo. Pese a la presencia de Keita en el once, los blaugranas trataron en todo momento de practicar su fútbol y hay que decir que lo consiguieron en muchas fases del encuentro, más en la primera parte que en la segunda. El Barça pudo dilapidar buena parte de sus opciones en 15 minutos iniciales caóticos. Le costó un mundo a los pupilos de Guardiola acostumbrarse al estado del terreno de juego, resbaliadizo al extremo. Eso, unido al empuje inicial de un Milán extrañamente correoso, provocó alguna pérdida de balón en zonas muy comprometidas y cercanas al área que los delanteros locales no supieron aprovechar.
Pasados los primeros lances del encuentro, en los que Messi también dispuso de alguna ocasión clara, el partido se encauzó por una senda más normal habida cuenta de las cualidades de uno y otro equipo. El Milan bajó el pistón sabedor que el físico de sus treinteañeros no da para más y el Barça, con su habitual labor de desgaste en base a posesiones eternas, se adueñó del encuentro. Para lograrlo Guardiola decidió interiorizar la posición de Iniesta, liberando el carril para las subidas de Keita. Con Messi, Xavi y el de Fuentealbilla a distancia de pase en corto, el balón adquirió dueño. Volvimos a ver un Barça dominador y jugando en el precipicio del área rival. Faltó tino.
El Milán jugó a lo que pudo o mejor dicho, a lo que le dejó el visitante. Autobús atrás tapando huecos y agigantando la figura de Abiatti. Seedorf lanzando contraataques en las pocas ocasiones que conseguían robar el balón, Ibra recibiendo los melones para procesarlos y convertirlos en posibilidad y Boateng y Robinho para dar continuidad a la jugada. Así transcurrió la primera parte. El Barça llegando e intentándolo pero encontrándose siempre una pierna o una mano milanista y el Milan a verlas venir aguardando la contra perfecta.
En la segunda parte el discurso cambió. Vimos a un Barça más errático y cansado, ejerciendo poca presión en la salida de balón del Milán y permitiendo que el equipo italiano tomara aire. Intentó Pep cambiar la dinámica con la entrada de Tello y Pedro, pero no resultó. El Milan cerró bien los costados y aunque el chaval del B realizó un par de incursiones peligrosas, estas acabaron sin consecuencias para Abbiati. Messi no tuvo la clarividencia de otros partidos en los metros finales, al igual que Iniesta.
Defensivamente el Barça no sufrió. Mascherano y Piqué se salieron en su labor de frenar las incursiones del sueco. Una de las cosas positivas del encuentro de ayer, es que hemos recuperado la mejor versión de Gerard. Lo del jefecito y su omnipresencia ya no sorprende a nadie. Para mi, el central más en forma de la actualidad. Keita realizó una encomiable labor de stopper aunque en la segunda parte su lentitud en el pase y la imprecisión en el control, mermaron la capacidad ofensiva del equipo. Alves mantuvo su posición defensiva a diferencia de la primera parte. Pep no quería sorpresas. Valdés no tuvo intervenciones de mérito.
Messi dispuso al filo del 90 de una ocasión clarísima que salvo el guardameta lombardo con una mano imposible. Sin duda hubiera hecho justicia al marcador. Del Milan destacar a Seedorf, uno de los mejores talentos que ha dado este deporte. Su segunda parte ayer fue de libro, desahogando al equipo cuando era preciso, aguantando el balón, dando pausa y mostrando galones. Lo de Ibra es digno de mención. Lo ganó todo por alto, ofreciendo al equipo salida y oxigeno en el vacio. Nadie dijo que esta eliminatoria sería fácil. Es del Milan de quien hablamos, campeón de campeones.
Como decía al principio del artículo, no podemos obviar los elementos adversos a los que se tuvo que enfrentar ayer el Barça en San Siro. El primero de ellos el estado del terreno de juego. Decía Pep en la rueda de prensa posterior al partido, que para ganar la Champions uno debe superar todas las adversidades que se le presentan en el camino. No estoy del todo de acuerdo. Los sorteos, la categoría de los rivales, el calendario, las lesiones inoportunas, los viajes largos e incluso los arbitrajes entrarían dentro de esos intangibles, el césped no. El estado del terreno de juego debería ser uno de los elementos más controlados y vigilados por parte de la UEFA. Tener a los mejores violinistas no sirve de nada si les haces tocar en una sala de pésima acústica. El fútbol tiene su finalidad en ofrecer entretenimiento y espectáculo a las masas. Si cercenas ese elemento con un auditorio impracticable, destruyes tu propia identidad.
Nos hemos acostumbrado ya los culés a ser recibidos en auténticos patatales y lo peor es que nadie parece mover un dedo para revertir la situación. Y ojo, no solo debemos tener en cuenta el componente altruista del show, también estamos obligados a salvaguardar la integridad física de los futbolistas, futbolistas por cierto que luego querremos tener en perfecto estado para que nos brinden Eurocopas y Mundiales. ¿Irónico no?
Lo cierto es que resulta milagroso que ayer ningún jugador volviera lesionado. Los resbalones fueron continuos. El césped estaba irregular y el balón botaba cual conejo en estampida. También se refería a ello Pep tras el encuentro:”Los jugadores patinaban. Ordené a la defensa en la segunda mitad que no se complicaran y despejaran ante la más mínima presión del Milan”. Para futbolistas como Messi, Iniesta o Alexis, que basan su juego en los cambios de ritmo, desequilibrar ayer en estas condiciones resultó imposible. La ventaja técnica quedó mitigada por un elemento imprevisto e injusto que se alineó con el más zafio.
El otro elemento ejeno al balón tampoco es nuevo. Hablamos del árbitro, un sueco que hizo honor a su nacionalidad. Lo de los arbitrajes calamitosos en Milán comienza a convertirse en tradición. Ayer le tangaron dos claros penaltys al Barça. Uno sobre Alexis delante de las narices del juez de fondo (Aún desconozco su función) y el otro sobre Puyol ante la mirada del colegiado principal. Por otro lado, resulta inadmisible que Ambrosini acabara el encuentro entre los 22 protagonistas.
Curiosamente cuando el Barça ha tenido la posibilidad de ganar dos Champions consecutivas, es cuando peores arbitrajes ha sufrido. Ahí lo dejo.
Señores. No ha lugar al desánimo. Como dice Guardiola, el mayor elogio es que el Milan dio por bueno un empate en casa, algo que nunca haríamos los culés. El Martes en el Camp Nou, con nuestra gente, nuestro césped y los mejores jugadores del mundo, certificaremos el pase a semifinales. Solo se trata de hacer lo que siempre hacemos…GANAR!
Publicado por EBV - @Banquilleros