A 30 de junio de 2010, la situación económica del Barça que Joan Laporta iba a entregar en herencia a Sandro Rosell era angustiosa, por no decir desesperada. De otro modo, resultaría difícil entender que Laporta hubiera negociado un crédito sindicado por 150 millones de euros con el que hacer frente a las urgencias de la tesorería, y ofrecido a los bancos un plan de negocio para garantizar su devolución que hubiera incluido la venta de la camiseta a Etisalat por unos 12 millones de euros.
Ese fue el precio conseguido por los emisarios que la directiva anterior envió a los países del Golfo en busca de un patrocinador solvente para salvar la crítica coyuntura financiera de aquel momento. Etisalat, un patrocinador que ya había avanzado dinero y firmado un año antes un pack de patrocinio por 12 millones por la explotación de la marca Barça en sus actividades de telecomunicaciones en Oriente Medio, Asia y Afríca, llegó a tener ese acuerdo cerrado por la misma camiseta que hoy es de Qatar Fountation, a través de Qatar Sports Investment, por 30 millones anuales en lugar de esos 12 'kilos'... leer más | MD