Estamos en pleno verano y las tensiones que durante el año han acosado a los aficionados al fútbol en general y a los madridistas y barcelonistas en partícular deberían haberse calmado. Me encuentro sin embargo asombrado ante el grado de antagonismo que se ha alcanzado desde hace unos años en el fútbol español.

Parece que vivimos en un estado de crispación permanente. Los medios de comunicación no ayudan sino todo lo contrario, han convertido cada declaración o acto en una provocación que merece ser vengada. La objetividad no se admite y cualquier mérito del rival está completamente justificado por otras razones ni muchísimo menos relacionado con lo meramente deportivo, sino con lo conspiranoico y el rencor.

No he podido quedarme más sorprendido cuando en una de las discotecas más frecuentadas de Estepona, mi pueblo, se celebró la eliminación de Argentina como si de la final del Mundial de hace un año se tratara. Siendo Messi el valuarte de la selección argentina los madridistas que son mayoría ven a la albiceleste como un enemigo más. El penalty de Martín Cáceres hizo vibrar la noche. "Pobre Messi, ahora que se vaya a su casita a llorar", decían riéndose. Leer más...