El Clásico, aunque no lo quieras, está presente en el entorno, pero anoche el Barça no se debía distraer. Tenía la oportunidad de obtener el liderato en su grupo de la Champions, tras la victoria del Rubin Kazán, y no la desaprovechó.
El Barça salió al terreno de  juego del Panathinaikos con dos sorpresas en la alineación. Por un lado,  Adriano en el lateral izquierdo, fichaje de este verano procedente del  Sevilla, que apenas había tenido minutos en lo que va de temporada; y  por otro, Mascherano, que repetía titularidad y daba pie a preguntarse  si pasa algo con Busquets.
El campeón de la  liga española jugaba con su apuesta de siempre, con la idea de  desarrollar su estilo, pero le costaba hilvanar el juego, por exceso de  lentitud en las acciones ante un adversario demasiado defensivo si se  tiene en cuenta el estilo de Jesualdo Ferreira mostrado en el Málaga,  incluso ante un equipo fuerte como el Madrid. Pese a ello, la calidad  apareció por obra de Alves, con un pase interior amagado con otra acción  que finalizó Pedro como marcan los entrenadores, al lateral de la red.
Pero  antes, en los primeros minutos, Valdés estuvo providencial al salir y  despejar un disparo de Cissé, tras un desajuste de la defensa, en la que  ayer el gran Piqué dio signos de poca concentración en algunas  acciones.
En el descanso Guardiola volvió a  demostrar que un buen entrenador puede cambiar el partido. Adelantó a  Adriano a posición de extremo para aprovechar el espacio que dejaban los  griegos y el juego del Barça se orientó por aquella banda sobre todo.  El brasileño, con un gran disparo, utilizó esa autopista para prepararse  el tiro de lejos y poner a prueba a un muy buen portero griego. Por esa  banda, además llegaron el segundo y tercer gol.
Y  en ese juego del Barça destacó, y van partidos, un maduro Andrés  Iniesta, que está en la flor de su trayectoria profesional. En esos dos  goles, y en más acciones del partido, el manchego mostró una clase  excepcional. En el tercer gol, el control con la izquierda del magnífico  centro de Alves, para pasarle el balón a Pedro con la derecha fue  majestuoso, como lo fue el pase hacia la izquierda, sin mirar, a Adriano  para que Messi marcara el segundo, en una de esas acciones que  representan el bello estilo del Barça.
En ese  estilo no puede faltar Pedro, que ya es casi insustituible. Sus  movimientos sin balón, sus desmarques, su presión y sobre todo su  efectividad son imprescindibles para este equipo. Ayer, marcó dos goles  porque supo moverse en el área. Villa, en cambio, que anda serio porque  los goles no llegan con la frecuencia a que nos tiene acostumbrados no  pudo agujerear la portería griega, pese a que en la segunda parte actuó  como delantero centro. Todo es cuestión de tiempo. Quizá le falta  ajustar un poco su arranque para evitar el fuera de juego: es una  cuestión de sincronización con sus pasadores.
En  cualquier caso, el Barça mantiene su candidatura a la victoria en el  Clásico, por mucho que el partido de los partidos se vea en los medios  como el más equilibrado de las últimas temporadas, en el que pueda ganar  cualquiera. El exámen de Grecia deja algunas dudas, en especial sobre  Busquets y Piqué. El de Ciudad Badía lleva dos partidos sin jugar tras  su regular actuación con la Selección y Mascherano ha aparecido con  fuerza en el equipo. Lo más normal es que juegue contra el Madrid, pero  la duda está ahí. Mientras, Piqué ayer mostró imprecisiones casi más  propias de un debutante y fue cambiado por Abidal. Es previsible que  salga más enchufado contra los blancos, pero deberá mentalizarse muy  bien.
(La fotografía ha sido extraída de www.elmundodeportivo.es)
