Segundo partido del Mundial: todavía no sabemos si vamos a setas o a Rolex. Y es la indefinición la que nos consume. Pretender que el equipo combine el toque con el juego directo (balones a la olla) es como querer acariciar y golpear en el mismo gesto, como incorporar dos personalidades en la misma cabeza. El resultado es la confusión, la bipolaridad. No somos nosotros, aunque ganemos. No funciona un ...
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