Subían las pulsaciones, hervía la sangre. Un minuto más, un instante más y ya podrían dar rienda suelta a tantos meses de palabras prudentes, de gestos comedidos, de euforia contenida. Pero ya no estaban para muchas esperas. Fue tocar Carles Puyol el trofeo de Liga y romperse el protocolo establecido. Pepe Costa corrió a subir al capitán sobre sus hombros ...
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