Lloraba Sylvinho, como un niño, tumbado en el césped. Lloraba y llegó Leo para abrazarle, con ternura, con fuerza. Le abrazaba y lloraba también. Sylvio temblaba y Messi, el mejor del mundo, le daba las gracias por todo, por como lo ha cuidado siempre, por como le ha aconsejado, acompañado, acunado. Pero ahora le tocaba al veterano brasileño recibir mimos ...
LEER NOTICIA