La cabeza de Pep Guardiola no para de dar vueltas. Después de premiar a sus jugadores con tres días de desconexión terapeúticos, él se autoreceta todo lo contrario: trabajo y más trabajo. Ayer se pasó por su segunda casa, el despacho de la Ciutat Esportiva de Sant Joan Despí, y se dejó una horas. Como siempre. Lo que le ocupa ahora en exclusiva es la final de la ...
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