"¡Bote, bote, madridista el que no bote!"

"¡Bote, bote, bote, madridista el que no bote!", así acabó gritando la grada del Calderón, con un exorcismo propio y un ejercicio colectivo destinado a depurar su espíritu rojiblanco, tan pecador y ayer poseido por un sentimiento inexcusable de culpabilidad. Ganando al Barça, celebrando cada gol como lo hicieron, colmaron de felicidad a un ejército de madridistas que ... LEER NOTICIA