El acordeón blaugrana volvió a funcionar ante el Racing (3-0)
2011-01-23
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El partido de Sevilla ha sido, parece, un paréntesis. El Barça volvió a recuperar su fútbol anoche ante el Racing de Santander. Regresó el espectáculo, el juego incesante de atacar, atacar y atacar. Y volvieron a golear, aunque esta vez no hubo manita.
El sistema, más que aprendido, asimilado y automatizado, es claro. Las piezas de ataque se mueven desde el frente del área hacia atrás para provocar agujeros, aperturas a banda y penetraciones interiores más fáciles.
Unas veces es Villa, otras es Pedro, otras, Iniesta, otras, Messi, el que desciende uno o dos peldaños, para que otro compañero pueda ocupar su espacio y desconcierte a la defensa rival. Desaparezco para que aparezca otro. Hacemos paredes, movimientos cortos pero incisivos. El acordeón se extiende y se repliega con música sincronizada para conseguir el clímax: el gol.
El partido frente al Racing fue un capítulo más en la exhibición de esta maquinaria, que, sin embargo, a diferencia de otros encuentros, recibió más peligro del adversario. Los de Cantabria se plantaron ante Valdés en más ocasiones de las que nos tenía acostumbrado el Barça, pero nuevamente se demostró la seguridad de un portero, que ha alcanzado la madurez. El trabajo en la recuperación no es que fuera malo, pero no tuvo la efectividad casi tan perfecta de otras veces.
En el movimiento de acordeón destaca siempre Pedro o Villa, que perfecciona cada día su entendimiento con Messi: letales son sus paredes. Si a eso le añades el estado de forma de Andrés Iniesta, cada día más goleador, la dirección de juego de Xavi, ayer muy atosigado por el contrario, las prestaciones de Busi y por supuesto la genialidad incombustible de Lionel, pues el equipo acaba redondeando el trabajo, bien apoyado por la línea trasera, donde, una vez más, Abidal demostró por qué Milito va a tener que trabajar mucho si quiere ser el segundo central zurdo. Decir también que la salida de Bojan, con independencia de que le salga mejor o peor, hay que valorarla. Salió a comerse el mundo. Con esa actitud, sin ansiedades, volverá por sus fueros.