Señor Rosell, ¿de qué va este Barça?
2010-11-02
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Acaba de vomitar La Vanguardia la segunda entrega-refrito (información que ya se conoce) del capítulo tres mil de la due diligence (auditoria preventiva), donde ahora sí que ya salen documentos de verdad y no las paridas del Marca, con recibos chichinabo marca de la casa. La cosa es que lo firma un redactor de economía con lo que el despiste parece apuntar a que ya no sólo filtra el club (Barça), sino la auditora (KPMG). Buena esta de la junta. Insisto, ni para llevar las cuentas de la escalera contrataría a estos.
No me voy a meter, ni queriendo hacer un hipócrita ejercicio de corporativismo, con el medio al que le cae lo que le cae entre manos (por dios, que nadie piense que existe el periodismo de investigación en este país/estado/lo que sea). Si te cae algo entre las manos, tú sabrás por qué y qué es lo que tienes que hacer. Supongo que todos hemos sido sondeados por la instancia y alguna vez sin venir a cuento nos hemos encontrado con un sobre entre las manos en el que, sin decirlo, pretendía decir: “Si lo publicas, habrá más, mucho más”. (Zasca!!! ¡Qué pedazo de periodista, qué fuentes más sensacionales que tiene!). Es una forma de entrar en la secta y jugar la partida que te marca alguien. Claro, yo también he tenido un dossier en el que se explicaba con pelos y señales quiénes y cómo habían cambiado de asiento en el Camp Nou. Si de tan buena información disponían, al ser de primera mano, sólo era cuestión de denunciarlo públicamente. No lo hicieron. Pretendían que un periodista jugase su partida. Al final, la cosa acabó en una página de mala muerte en Internet, cuyo responsable el día en que Sandro Rosell apareció poco antes de que se votase la moción de censura le lanzó la pregunta para que el futurible marcase un gol a placer. ¿Se entiende hasta aquí?
De verdad que esto no es un arranque de envidia ni celos hacia los que disponen de un tipo de filtración y juegan a este sano deporte de publicar a ciegas sin citar una fuente, cuando, en algunos casos, no se firma ni la información. ¿No tiene nada que decir el Col•legi de Periodistes? No, esto no va de este palo, palabra.
Escribo lo que escribo porque quiero plasmar en poco más de cuatro palabras lo que considero un exceso de demagogia y una provocación a la inteligencia media de los barcelonistas viendo todo lo que está ocurriendo en el club. No todo en el club es malo ni se está haciendo de puta pena. No. Pero hay una manera de actuar que quiero destacarla.
Creo que fui de los pocos que durante la campaña electoral me atreví a decir que si bien el tono general no era excesivamente elevado, y los programas no destacaban por su innovación, el de Rosell era manifiestamente hueco. Y lo argumentaba porque me daba la sensación de que sólo se vendía el supuesto buen estilo del candidato, garantizado que con Rosell el Barça tendría otro toque y difundiría y proyectaría una imagen más amable y acorde con lo que es este club. Y esto era todo. Bueno, claro está que la partida la jugaron con una brillantez sublime.
Cuando Rosell se sentó en la poltrona, el equipo estaba hecho, montado y dispuesto para un nuevo asalto en todos los frentes deportivos. ¿Cuántos presidentes desearían entrar en un club con la parcela deportiva completamente montada y a toda máquina? Pregunta obvia. Respuesta evidente. El club, por mucho que no los quieran ajetrear, es un modelo y, lo más importante, es que se ha convertido en una marca que genera confianza y desprende grandeza. Sólo debían sentarse y gestionar las pequeñas cosas.
Fueron incapaces de concretar un fichaje que estaba chupado como era el de Cesc Fàbregas. ¡Ah no!, que el nuevo vicepresidente deportivo, Josep Maria Bartomeu, dijo que era un ahorro económico que no viniese. ¿Os suena a algo esta historia?: La Vanguardia, 1 de junio de 1997, pág. 58, entrevista a Josep Lluís Núñez, hablando de la sensación de alivio que le había producido no llevar a cabo la mejora de Ronaldo, quien acabó en el Inter de Milán: “Entonces nos hubieran creado realmente un problema (de haber firmado la mejora). En ese momento pensé que Dios me había ayudado”, Núñez dixit.
Sigo. Fichamos a precio de oro a un suplente (Adriano) y no supimos concretar con el Sevilla un derecho obligatorio para quedarse a un cedido (Martín Cáceres).
Pero cuando esta junta, con Rosell a la cabeza, se puso a gestionar de verdad, el club se les hizo un poco grande, porque una cosa es estar en la oposición taladrando y dinamitándolo todo y otra es tomar determinaciones. Se vio que quizá hay gente que vive mejor en la cueva que en la silla de gobernante. También le debió pasar a Laporta, cuando dejó de molestar con el Elefante y se puso el traje de presidente.
Como durante toda la campaña electoral el concepto “socio” y “peñista” fue invocado en todas las frases que pronunció Rosell, además de la cansina "transparencia", cuando se alzó con la presidencia le dio por satisfacer plenamente hasta las últimas consecuencias los deseos (de algunos), de que no sólo habría transparencia, sino sangre. Aquí fue, y creo que ha sido uno de los graves errores de Rosell, cuando el actual presidente no tuvo el pulso fino ni supo calibrar la fuerza de estar donde se encontraba. Claro, con sus actos evidenció una falta de talla, de liderazgo y de prudencia que debe acompañar el cargo que le han dejado tocado, hasta el punto de esconderse de los medios para explicar el club, a excepción del vodevil del pasado sábado cuando apareció en TV3 para rematar balones en bandeja.
Sí, Rosell, más que un proyecto, presentó un objetivo: buscar la verdad, desenmascarar a los ladrones y atizar con toda su ira al sinvergüenza que se ha aprovechado del Barça. Aunque él no lo crea, este objetivo es plausible por todo el barcelonismo, que no lo dude, que aquí nadie quiere que se entierren las sinvergüenzadas ni si alguien ha metido la mano en la caja.
Como éste ha sido su gran objetivo, prometido casi con sangre a los socios y peñistas, pensábamos que no sólo lo alcanzaría, sino que antes lo conduciría, posteriormente lo lideraría y finalmente lo explicaría. ¿Qué ha quedado de todo esto? Una pueril actuación de la junta de Rosell filtrando a conciencia todo tipo de medias verdades a medios de comunicación que no han puesto ningún reparo ni filtro para publicar lo que llegase del centro de operaciones del club azulgrana. No quiero entrar en el mal o no que se ha hecho a terceras personas, porque no quiero que ningún imbécil de esos sicarios que tiene Rosell me tache de laportista, antilaportista, rosellista o antirollellista. Me refiero al Barça, a la nueva metodología que utiliza el club y, concretamente la junta directiva, que se presentó como un valedor de hacer de las cosas de una manera muy diferente y opuesta a como operaba, supuestamente de mal, Laporta. Pues ahí está la manera de hacer: en vez de salir y explica o denunciar, se han escondido y a cuentagotas nos fustigan día sí y día también con la mierda de la due diligence a través de terceros.
Ojo, que el espectáculo sólo acaba de empezar. Ahora una cola interminable de socios, algunos ansiosos de manosear donde nunca tendrían que haber metido el hocico, espera insaciable para tener una horita con la due diligence, en cuyos pliegues podrán leer de todo: por ejemplo que el jugador número 10 cobra tanto dinero en Ginebra, u otro en tal sitio. Claro, si esto es denunciable, adelante, pero después Rosell o alguno de los suyos que no se quejen si un día le quiere dar la mano a un futbolista y éste le aparta la mirada por haber permito que se ventilase según qué tipo de información.
Lo que escuece de todo esto es que un día dijeron que enseñarían la auditoria, al día siguiente lo matizaron, para más adelante volver a matizar y finalmente, después de más giros, acabar en un circo propio de un equipo venido a menos. ¿Dónde está la grandeza de este Barça con episodios como éste?
Entiendo que ante todo este percal exista una pregunta: “¿Ha habido mala gestión?”. Si es que sí, la junta de Rosell y sólo ella con documentos en la mano es la autorizada para salir en público y explicar lo que hay. En caso contrario, el espectáculo de las filtraciones, de las medias verdades y de la ley del silencio han convertido este club, nuevamente, en el hazmerreír, pretendiendo que nos sintamos halagados porque se trata de un ejercicio de responsabilidad y transparencia. Si la junta quiere jugar a la transparencia que salga y se moje el culo y no avergüence más a la entidad utilizando canales lamentables donde todo se potencia con un doble objetivo: fustigar a la anterior junta y, lo que es peor, ensuciar y poner en duda el Barça ante el mundo.
Este es el tipo de gestores que tenemos ahora. Ojo, y acompañados de una grey sin escrúpulos, enrolada en una especie de factoría de la intimidación que apuntan y señalan a periodistas en sus escritos, muchas veces sin firmar o con seudónimos, para vergüenza de la profesión y también del barcelonismo.
Con estos gestores no iremos a ningún sitio actuando así, porque llevan en el adn una malaleche que dan miedo. Nunca te van de cara, que es lo peor.
Y todo esto, ¿por qué? Porque durante años nos han garantizado que ellos iban a ser la polla en la gestión del Barça, que eran los garantes de un estilo que mejoraría el club y su imagen.
Que no se equivoque Rosell ni los suyos, incluidos sus sicarios: aquí nadie, creo yo, está en contra de que se sepa la verdad, hasta las consecuencias que considere oportuna la nueva junta directiva. Faltaría más. Pero queremos que la verdad nos llegue de manos de quien tiene toda la información.
El problema está en el método que han utilizado para poner en marcha el proceso, que obliga a ir recogiendo entre los escombros los trozos de mierda que van lanzado algunos medios para entender algo. De esto me quejo, de la endeblez de estos gestores a la hora de plantar cara a los grandes desafíos, muchos de los cuales han sido retos marcador por ellos mismos.
Yo quiero que el equipo de Rosell triunfe. Faltaría más, tanto que por su buen hacer ni siquiera haya color dentro de seis años para que renueven el éxito en las urnas. Como culé, deseo que el presidente y su junta triunfen a lo grande y, por lo tanto, quiero que Rosell arrase en estos seis años y sume éxitos para el Barça, sin ningún tipo de fisura. Hasta este extremo es mi deseo. Pero me desagrada ver a diario con qué capítulo nos sorprenderá de nueva la nueva filtración de la due diligence, mientras la junta desde el centro de operaciones parece haber pedido los papeles y mira hacia otro lado. ¿Es que La Vanguardia está publicando alguna exclusiva estos dos últimos días respecto a la due diligence? No me jodas, no veo nada novedoso que no sean dos documentos que o bien les han entregado desde el club o desde KPMG.
Este no es el mejor modus operandi para liderar este tesoro que tanto queremos, como es el Barça. Me opongo a estos métodos de la factoria Rosell, de no dar la cara cuando el asunto es espinoso, con la filtración sistemática como sello inconfundible de la casa, contradiciendo el espíritu que aseguran que les guió hasta la victoria. Ellos nos hablaron de otra manera de hacer, de mejorar el método y la imagen del Barça. Pues bien, señor Rosell, ¿de qué va su Barça?
Escrit per Àlex Santos | És a dir
No me voy a meter, ni queriendo hacer un hipócrita ejercicio de corporativismo, con el medio al que le cae lo que le cae entre manos (por dios, que nadie piense que existe el periodismo de investigación en este país/estado/lo que sea). Si te cae algo entre las manos, tú sabrás por qué y qué es lo que tienes que hacer. Supongo que todos hemos sido sondeados por la instancia y alguna vez sin venir a cuento nos hemos encontrado con un sobre entre las manos en el que, sin decirlo, pretendía decir: “Si lo publicas, habrá más, mucho más”. (Zasca!!! ¡Qué pedazo de periodista, qué fuentes más sensacionales que tiene!). Es una forma de entrar en la secta y jugar la partida que te marca alguien. Claro, yo también he tenido un dossier en el que se explicaba con pelos y señales quiénes y cómo habían cambiado de asiento en el Camp Nou. Si de tan buena información disponían, al ser de primera mano, sólo era cuestión de denunciarlo públicamente. No lo hicieron. Pretendían que un periodista jugase su partida. Al final, la cosa acabó en una página de mala muerte en Internet, cuyo responsable el día en que Sandro Rosell apareció poco antes de que se votase la moción de censura le lanzó la pregunta para que el futurible marcase un gol a placer. ¿Se entiende hasta aquí?
De verdad que esto no es un arranque de envidia ni celos hacia los que disponen de un tipo de filtración y juegan a este sano deporte de publicar a ciegas sin citar una fuente, cuando, en algunos casos, no se firma ni la información. ¿No tiene nada que decir el Col•legi de Periodistes? No, esto no va de este palo, palabra.
Escribo lo que escribo porque quiero plasmar en poco más de cuatro palabras lo que considero un exceso de demagogia y una provocación a la inteligencia media de los barcelonistas viendo todo lo que está ocurriendo en el club. No todo en el club es malo ni se está haciendo de puta pena. No. Pero hay una manera de actuar que quiero destacarla.
Creo que fui de los pocos que durante la campaña electoral me atreví a decir que si bien el tono general no era excesivamente elevado, y los programas no destacaban por su innovación, el de Rosell era manifiestamente hueco. Y lo argumentaba porque me daba la sensación de que sólo se vendía el supuesto buen estilo del candidato, garantizado que con Rosell el Barça tendría otro toque y difundiría y proyectaría una imagen más amable y acorde con lo que es este club. Y esto era todo. Bueno, claro está que la partida la jugaron con una brillantez sublime.
Cuando Rosell se sentó en la poltrona, el equipo estaba hecho, montado y dispuesto para un nuevo asalto en todos los frentes deportivos. ¿Cuántos presidentes desearían entrar en un club con la parcela deportiva completamente montada y a toda máquina? Pregunta obvia. Respuesta evidente. El club, por mucho que no los quieran ajetrear, es un modelo y, lo más importante, es que se ha convertido en una marca que genera confianza y desprende grandeza. Sólo debían sentarse y gestionar las pequeñas cosas.
Fueron incapaces de concretar un fichaje que estaba chupado como era el de Cesc Fàbregas. ¡Ah no!, que el nuevo vicepresidente deportivo, Josep Maria Bartomeu, dijo que era un ahorro económico que no viniese. ¿Os suena a algo esta historia?: La Vanguardia, 1 de junio de 1997, pág. 58, entrevista a Josep Lluís Núñez, hablando de la sensación de alivio que le había producido no llevar a cabo la mejora de Ronaldo, quien acabó en el Inter de Milán: “Entonces nos hubieran creado realmente un problema (de haber firmado la mejora). En ese momento pensé que Dios me había ayudado”, Núñez dixit.
Sigo. Fichamos a precio de oro a un suplente (Adriano) y no supimos concretar con el Sevilla un derecho obligatorio para quedarse a un cedido (Martín Cáceres).
Pero cuando esta junta, con Rosell a la cabeza, se puso a gestionar de verdad, el club se les hizo un poco grande, porque una cosa es estar en la oposición taladrando y dinamitándolo todo y otra es tomar determinaciones. Se vio que quizá hay gente que vive mejor en la cueva que en la silla de gobernante. También le debió pasar a Laporta, cuando dejó de molestar con el Elefante y se puso el traje de presidente.
Como durante toda la campaña electoral el concepto “socio” y “peñista” fue invocado en todas las frases que pronunció Rosell, además de la cansina "transparencia", cuando se alzó con la presidencia le dio por satisfacer plenamente hasta las últimas consecuencias los deseos (de algunos), de que no sólo habría transparencia, sino sangre. Aquí fue, y creo que ha sido uno de los graves errores de Rosell, cuando el actual presidente no tuvo el pulso fino ni supo calibrar la fuerza de estar donde se encontraba. Claro, con sus actos evidenció una falta de talla, de liderazgo y de prudencia que debe acompañar el cargo que le han dejado tocado, hasta el punto de esconderse de los medios para explicar el club, a excepción del vodevil del pasado sábado cuando apareció en TV3 para rematar balones en bandeja.
Sí, Rosell, más que un proyecto, presentó un objetivo: buscar la verdad, desenmascarar a los ladrones y atizar con toda su ira al sinvergüenza que se ha aprovechado del Barça. Aunque él no lo crea, este objetivo es plausible por todo el barcelonismo, que no lo dude, que aquí nadie quiere que se entierren las sinvergüenzadas ni si alguien ha metido la mano en la caja.
Como éste ha sido su gran objetivo, prometido casi con sangre a los socios y peñistas, pensábamos que no sólo lo alcanzaría, sino que antes lo conduciría, posteriormente lo lideraría y finalmente lo explicaría. ¿Qué ha quedado de todo esto? Una pueril actuación de la junta de Rosell filtrando a conciencia todo tipo de medias verdades a medios de comunicación que no han puesto ningún reparo ni filtro para publicar lo que llegase del centro de operaciones del club azulgrana. No quiero entrar en el mal o no que se ha hecho a terceras personas, porque no quiero que ningún imbécil de esos sicarios que tiene Rosell me tache de laportista, antilaportista, rosellista o antirollellista. Me refiero al Barça, a la nueva metodología que utiliza el club y, concretamente la junta directiva, que se presentó como un valedor de hacer de las cosas de una manera muy diferente y opuesta a como operaba, supuestamente de mal, Laporta. Pues ahí está la manera de hacer: en vez de salir y explica o denunciar, se han escondido y a cuentagotas nos fustigan día sí y día también con la mierda de la due diligence a través de terceros.
Ojo, que el espectáculo sólo acaba de empezar. Ahora una cola interminable de socios, algunos ansiosos de manosear donde nunca tendrían que haber metido el hocico, espera insaciable para tener una horita con la due diligence, en cuyos pliegues podrán leer de todo: por ejemplo que el jugador número 10 cobra tanto dinero en Ginebra, u otro en tal sitio. Claro, si esto es denunciable, adelante, pero después Rosell o alguno de los suyos que no se quejen si un día le quiere dar la mano a un futbolista y éste le aparta la mirada por haber permito que se ventilase según qué tipo de información.
Lo que escuece de todo esto es que un día dijeron que enseñarían la auditoria, al día siguiente lo matizaron, para más adelante volver a matizar y finalmente, después de más giros, acabar en un circo propio de un equipo venido a menos. ¿Dónde está la grandeza de este Barça con episodios como éste?
Entiendo que ante todo este percal exista una pregunta: “¿Ha habido mala gestión?”. Si es que sí, la junta de Rosell y sólo ella con documentos en la mano es la autorizada para salir en público y explicar lo que hay. En caso contrario, el espectáculo de las filtraciones, de las medias verdades y de la ley del silencio han convertido este club, nuevamente, en el hazmerreír, pretendiendo que nos sintamos halagados porque se trata de un ejercicio de responsabilidad y transparencia. Si la junta quiere jugar a la transparencia que salga y se moje el culo y no avergüence más a la entidad utilizando canales lamentables donde todo se potencia con un doble objetivo: fustigar a la anterior junta y, lo que es peor, ensuciar y poner en duda el Barça ante el mundo.
Este es el tipo de gestores que tenemos ahora. Ojo, y acompañados de una grey sin escrúpulos, enrolada en una especie de factoría de la intimidación que apuntan y señalan a periodistas en sus escritos, muchas veces sin firmar o con seudónimos, para vergüenza de la profesión y también del barcelonismo.
Con estos gestores no iremos a ningún sitio actuando así, porque llevan en el adn una malaleche que dan miedo. Nunca te van de cara, que es lo peor.
Y todo esto, ¿por qué? Porque durante años nos han garantizado que ellos iban a ser la polla en la gestión del Barça, que eran los garantes de un estilo que mejoraría el club y su imagen.
Que no se equivoque Rosell ni los suyos, incluidos sus sicarios: aquí nadie, creo yo, está en contra de que se sepa la verdad, hasta las consecuencias que considere oportuna la nueva junta directiva. Faltaría más. Pero queremos que la verdad nos llegue de manos de quien tiene toda la información.
El problema está en el método que han utilizado para poner en marcha el proceso, que obliga a ir recogiendo entre los escombros los trozos de mierda que van lanzado algunos medios para entender algo. De esto me quejo, de la endeblez de estos gestores a la hora de plantar cara a los grandes desafíos, muchos de los cuales han sido retos marcador por ellos mismos.
Yo quiero que el equipo de Rosell triunfe. Faltaría más, tanto que por su buen hacer ni siquiera haya color dentro de seis años para que renueven el éxito en las urnas. Como culé, deseo que el presidente y su junta triunfen a lo grande y, por lo tanto, quiero que Rosell arrase en estos seis años y sume éxitos para el Barça, sin ningún tipo de fisura. Hasta este extremo es mi deseo. Pero me desagrada ver a diario con qué capítulo nos sorprenderá de nueva la nueva filtración de la due diligence, mientras la junta desde el centro de operaciones parece haber pedido los papeles y mira hacia otro lado. ¿Es que La Vanguardia está publicando alguna exclusiva estos dos últimos días respecto a la due diligence? No me jodas, no veo nada novedoso que no sean dos documentos que o bien les han entregado desde el club o desde KPMG.
Este no es el mejor modus operandi para liderar este tesoro que tanto queremos, como es el Barça. Me opongo a estos métodos de la factoria Rosell, de no dar la cara cuando el asunto es espinoso, con la filtración sistemática como sello inconfundible de la casa, contradiciendo el espíritu que aseguran que les guió hasta la victoria. Ellos nos hablaron de otra manera de hacer, de mejorar el método y la imagen del Barça. Pues bien, señor Rosell, ¿de qué va su Barça?
Escrit per Àlex Santos | És a dir