Un artículo de La impagable sonrisa del fútbol | El Banquillo Visitante

Devoto del trabajo, del progreso y de los retos. Su existencia es un reto constante, una búsqueda de la perfección deportiva a través del trabajo. Se trata de un ganador, cuya codicia por batir records y dejar su nombre para la historia no encuentra límite.

"No soy el mejor del mundo, pero creo que no hay nadie mejor que yo". Se halla en el escalón más alto y todavía quiere mejorar. Controla todo el perímetro deportivo y gran parte del extradeportivo. En cierto modo somete a los medios de comunicación. Lo hace indirectamente. Sus declaraciones van a monopolizar las primeras páginas de los medios y él juega con ello. Propaga mensajes significativos en momentos determinantes. Domina el por qué, el cuándo, el dónde, y el cómo de todo lo que dice. El de Setúbal no percibe la presión. No conoce el significado de ese término, no entra en su vocabulario. El hombre de mármol, al que le importa “tres duros” las críticas porque está convencido de su trabajo. Se echa encima él sólo a los medios de comunicación. Cuanta más presión recaiga sobre él menor será la que incurra sobre sus jugadores.

Por ello se empeña en ser el protagonista de la serie, para llevarse él todos los focos y dejar la vía despejada a sus futbolistas: "no me llamen arrogante sólo porque digo la verdad. Soy campeón europeo y pienso que soy especial". Custodiar a sus muchachos es uno de sus preceptos más importantes. Los defiende más que a nada en el mundo porque son ellos los que le han llevado a ser el mejor entrenador del momento y los que deben llevarle hasta la gloria. Un técnico organizado táctica y mentalmente. Un orden que quiere inocular a sus futbolistas desde el primer entrenamiento. Sus jugadores deben incorporar su carácter a su forma de trabajar y a su forma de entender este deporte. Él lo exige: "No quiero un jugador que sea un hombre perfecto, que sea un perfecto profesional, que tenga un carácter fantástico, ese es el hombre que quiero para mi hija".

No duda, no deja nada a la imaginación ni a la improvisación. Todo está practicado y consolidado, con él no existen las casualidades. La concentración se convierte en el componente primario de los equipos: "No hago trabajo físico. Defiendo la globalización del trabajo. No sé dónde comienza lo físico y dónde lo psicológico y lo táctico". 

Agrio e irritante mientras realiza su trabajo; cordial, sencillo y cercano en las distancias cortas. Una relación tumultuosa e incambiable. El comunicador 10. Contundente, claro, directo y conciso. Su mirada es elocuente y calificadora. El portugués es, ante todo, un hombre carismático, controvertido y convencido de sus ideas hasta las últimas consecuencias. Un preparador intrépido, que no se acobarda ante la batalla: "Mirad mi corte de pelo, estoy preparado para la guerra". Ninguno de sus futbolistas le ha criticado ni durante ni después de trabajar con él. Ni a él, ni a su forma de ser, ni a su trabajo. Todos se quedan admirados ante su manera de ver el fútbol y su carácter ganador. Algo tendrá el agua cuando la bendicen…


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Escrito por Carlos33Cervera  | El Banquillo Visitante