Ocho títulos después, el Barça de Pep Guardiola halla nuevas motivaciones para no hartarse de ganar. La mayor parte de ellas surgen de su fuero interno, de las íntimas ganas de este grupo de cracks de casa de hacer historia con mayúsculas. Otras las proporcionan los rivales directos. Y, entre ellos, ninguno más directo que el Real Madrid, baremo inevitable para el barcelonismo, en igual medida que para el madridismo, desde hace ya años, se ha convertido en frustrada obsesión quitarle al Barça la referencia del buen fútbol.

Solamente eso explica que una serie de triunfos, adornados con goles y juego alegre, hayan disparado tanto la euforia del aparato mediático merengue. El efecto ilusionante del técnico José Mourinho como nuevo gurú blanco y la resurrección de Cristiano Ronaldo han vuelto a poner en marcha la maquinaria propagandística merengue ... leer más | MD